• Organizada por la Red ITINER en cooperación con la Concejalía de Cultura, Bienestar y Residencia.

Benjamín PalenciaLa Sala 1 del Centro Cultural Villa de Móstoles acogerá, del veintidos de febrero al catorce de marzo, la exposición «Benjamín Palencia. Obras sobre papel», organizada por la Red ITINER en cooperación con la Concejalía de Cultura, Bienestar y Residencia.

Se trata de una propuesta que van a poder ver los pupilos de Móstoles por medio de visitas-taller destinadas a centros de educación. La obra sobre papel de Benjamín Palencia (Barrax mil ochocientos noventa y cuatro- la villa de Madrid mil novecientos ochenta), con algún paralelismo con su obra sobre cuadro, tiene un recorrido propio, independiente, y es mucho menos famosa por el enorme público.

La muestra es una combinación de lo ya familiar de Palencia y temporadas y estilos menos conocidos, con obras provenientes de la propia compilación del artista, ciertas cuales no se han exhibido previamente públicamente.

Las obras elegidas tienen gran interés histórico y artístico. El periodo mil novecientos quince-mil novecientos treinta y nueve se empieza con una obra de su temporada de aprendizaje, una de sus copias de los grandes maestros de la pintura de España, un «Cristo» de Velázquez, y también incluye uno de sus grandes paisajes urbanos, el de la Puerta del Sol, una muestra de la repercusión poética de Juan Ramón Jiménez, una pequeña acuarela cubista a su forma, y un caso de su incursión levantina, para terminar desembocando en su etapa más vanguardista de la década de mil novecientos treinta, de la que se incluyen múltiples ejemplos, con influencias picassianas y toques surrealistas en collages y dibujos.

También de mil novecientos treinta y dos, el año de cooperación en «La Barraca» de García Lorca, se incluyen el diseño para un cartel de «La vida es sueño» de Calderón y uno de los figurines que diseñó para su particular versión.

Entre las obras del periodo mil novecientos treinta y nueve-mil novecientos ochenta se incluyen distintos ejemplos de sus más conocidos dibujos de pequeños vallecanos y abulenses, diferentes ejemplos de la obra desarrollada en los años mil novecientos cuarenta y siete- mil novecientos cuarenta y ocho, años de intensa experimentación sobre papel, alternando obras en blanco y negro con ciertas de un colorido intenso y gran fuerza plástica, y ensayando sobre papel técnicas usadas en años precedentes en pintura: dripping y rasgados.

La muestra termina con un caso de una obra efectuada con arcillas, otras hechas con vulgares rotuladores «Carioca», de los que Palencia logra extraer un color intenso, y unas plumillas.

Benjamín Palencia

Nacido en Barrax (Albacete mil ochocientos noventa y cuatro) y falle­cido en la capital española en mil novecientos ochenta, Benjamín Palen­cia fue un artista autodidacta que se comenzó como copista en el Museo Nacional del Pra­do a lo largo de la primera década del siglo veinte.

Su trabajo estuvo muy influido por los grandes maestros que descubrió en la pinacoteca de España, sobre todo El Greco. Los paisajes urbanos de la capital española y rurales de Castilla, como la Literatura -concre­tamente la poesía de su amigo Juan Ramón Jiménez- fueron claves para acotar su evo­lución artística y su estilo. Por el contexto que le tocó vivir, fue testigo de todas y cada una de las vanguardias artísticas: fauvismo, cubismo, surrealismo… y muestra de ello son muchos de los dibujos que acá se exponen y que pertenecen a las primeras décadas de su producción artística.

Pero no fue hasta mil novecientos veintisiete cuando, al lado del escultor Alberto Sánchez, creó la Escuela de Vallecas: una iniciativa que proponía la renovación del arte de España en frente de las tendencias parisinas, un equivalente en pintura a la Generación del veintisiete en poesía. En sus paseos vespertinos y diarios desde Atocha al pueblo de Vallecas, en camino al Cerro Almodóvar, crearon esta troupe que volvía su mirada a lo rural, a un estilo desprovisto de todo artificio: árboles, or­namentos y montes pelados que defendían unas composiciones de cuerpos y volúme­nes fáciles.

Curiosidades

· Por las noches, acostumbraba a plasmar en cuarti­llas las impresiones y también ideas que le venían a lo largo del día. De esta manera, como muchos otros artistas, consideraba su tarea de pintor como un oficio al que había que dedicarle su tiempo.

· Fue el directivo artístico de «La Barraca» (años treinta), el conjunto de teatro universi­tario itinerante que dirigía Federico Gª Lorca y para los que diseñó su conocido distintivo. Búscalo en la red de redes ¿recono­ces que representa?.

· Muy vinculado a la literatura, en mil novecientos treinta y dos publicó «Pintura poética», un breve libro en el que aseveraba que la pintura había de ser táctil «para los sentidos y no para los ojos».

· Como otros artistas contemporáneos (Picasso, Matisse, Miró…) diseñó esceno­grafías y vestuarios. En esta exposición está el figurín de «El hombre», personaje de «La vida es sueño» de Calderón, mas asimismo concibió «El comprensión», «El león», «El aire» etcétera y la escenografía.

· Fue testigo del horror de la Guerra Civil en la villa de Madrid, lo que hizo que dejara prácticamente de dibujar la figura humana y se centró en los paisajes y la arquitectura popular, mas desde determinado punto de vista optimista. Sus encinas, olivos, trigales se dibujaban a base de colores que escapaban de la ima­gen gris y sombría que se había dado de este país.

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